El agujero de ozono podría desaparecer a mediados de siglo

Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, y otros países han identificado las “primeras huellas de curación” de la capa de ozono en la Antártida, como revelan en una artículo publicado en la revista Science.

El agujero de ozono de septiembre se ha reducido en más de 4 millones de kilómetros cuadrados desde 2000, cuando la reducción del ozono estaba en su apogeo. El equipo también demostró por primera vez que esta recuperación se ha ralentizado un poco, a veces, debido a los efectos de las erupciones volcánicas de año en año.

Los autores utilizaron “huellas” de los cambios en el ozono con la temporada y la altitud para atribuir la recuperación del ozono a la continua disminución del cloro atmosférico procedente de los clorofluorocarbonos (CFC), compuestos químicos que fueron emitidos durante un tiempo por procesos de limpieza en seco, viejos refrigeradores y aerosoles, como laca para el cabello. En 1987, prácticamente todos los países del mundo firmaron el Protocolo de Montreal sobre un acuerdo para prohibir el uso de los CFC y reparar el agujero de ozono. 

Los investigadores dieron seguimiento a la apertura anual del agujero de ozono antártico en el mes de septiembre de 2000 a 2015. Se analizaron las mediciones de ozono tomadas de globos sonda y satélites, así como las mediciones por satélite del dióxido de azufre emitido por los volcanes, que también puede impulsar el agotamiento de la capa de ozono. Y siguieron los cambios meteorológicos, como la temperatura y el viento que pueden desplazar el agujero de ozono de un lado a otro.

Luego compararon sus mediciones anuales de ozono de septiembre con simulaciones de los modelos que predicen los niveles de ozono en base a la cantidad de cloro que los científicos han estimado que está presente en la atmósfera de año en año. Los investigadores encontraron que el agujero de ozono ha disminuido en comparación con su tamaño máximo en el año 2000 en más de 4 millones de kilómetros cuadrados en 2015.

Además, los autores de este trabajo hallaron que este descenso coincide con las predicciones del modelo y que más de la mitad de la reducción se debió únicamente a la disminución del cloro atmosférico. A medida que los niveles de cloro continúen disipándose de la atmósfera, los investigadores no ve ninguna razón por la cual, salvo futuras erupciones volcánicas, el agujero de ozono no deba encogerse y, finalmente, cerrarse de forma permanente a mediados de siglo.

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